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Gracias José por hacernos reir, disfrutar, soñar y llorar dentro y fuera de una cancha. Nos enseñaste a ver el fútbol con tus ojos, con ojos del pibe de potrero, sencillo y pícaro, de un barrio humilde lleno de pasión y emoción. Gracias por darle vida a la pelota y llenar nuestras gargantas de goles. El fútbol te ha perdido y los hinchas están de luto, pero jamás se olvidarán de tu nombre y los que te vimos jugar narraremos por años tus proezas para que todos disfruten de tus andares. Adiós Garrafa, hasta luego. Hoy en el cielo disfrutan de tu magia y Dios está contento.